viernes, 23 de abril de 2010

Portraits




Mario Testino nos envuelve en una cápsula fuera del tiempo llena de belleza en la actual muestra fotográfica en el renovado Museo de Arte de Lima. En esos momentos nos olvidamos del caos de la ciudad al observar la vitalidad, la sensualidad, el amor a la vida, al color y la eterna complicidad entre Testino y los artistas que retrata, no quedan dudas que se transforma en un familiar que ingresa al universo y devela el aura de misterio de top models, actrices, cantantes y diseñadores que nos abren su parnaso personal. Es el amigo que captura en un amanecer a Meg Ryan como si hubiera sido parte de un sueño, o ingresamos a una fiesta fantástica junto a la gran Vivienne Westwood. En otra parte de la exposición aparece el genio eterno de la moda, Alexander McQueen, que nos demuestra que a pesar de su prematura partida siempre estará en nuestra memoria como el inconformista y rebelde que iba en contra del sistema. En un espacio particular se puede observar a la musa y amiga del fotógrafo Kate Moss captada con su fragilidad y juventud como parte de un canon de belleza que se mantiene vigente desde los años 90 hasta la actualidad. El increíble retrato en blanco y negro de Catherine Zeta-Jones, y Julia Roberts dulce como un arlequín en compañía de una ardilla mágica. Luego, las fotografías de gran escala de la actriz Gwyneth Paltrow en un eterno resplandor llena de melancolía otoñal, poderosa como imagen de varias marcas importantes. Escondida de la mirada de los esposos Jolie y Pitt, Jennifer Aniston nos sonríe hermosa y victoriosa al despertar en una mañana de verano por haber encontrado el destino de su vida, Cameron Díaz nos observa salvaje y natural mientras que Salma Hayek es una gitana en fuga al atardecer. Quizá una de las secuencias históricas esperadas es ver a Diana de Gales sonriendo libre lejos del rigor de la realeza con una suave luz matinal en un instante que Mario Testino capta sin artificios, para luego entregarla nuevamente al ojo público en una sorprendente dimensión estética.
Y aunque hay varios retratos increíbles, ver a Madonna en gran escala en la fotografía que fue portada del inolvidable disco Ray of Light fue una experiencia especial, como siempre transformándose en 1997 en una maga, o nueva bruja etérea en ese momento de inspiración electrónica.