martes, 7 de septiembre de 2010

My Beauty Mark

Los vestidos de azul iban y venían como quien recita un mismo poema interminable

Alejandra Pizarnik













Quizá Jean Cocteau tenía razón cuando en Portraits- Souvenir nos advirtió que la moda muere joven en 1935. Ese destino efímero se manifiesta en cada nueva edición fotográfica, en la desesperación de las revistas para reinventarse en los cambios de temporada, en rescatar a las princesas medievales, chicas punk, damas renacentistas perdidas, porque si no el cruel destino es que los lectores decidan abandonarlos ante la menor duda o retraso, sin remordimientos.
Y en el camino abandonamos aquellas imágenes pasadas que nos cautivaron por su belleza, y cuando volvemos a las Vogue de hace unos años vemos otra vez a la encantadora, Charlotte Gainsbourg, como una muñeca melancólica, o a una joven que en su huída nos recuerda a las heroínas del cine italiano de los años 40. Vera Wang en su campaña romántica de hace cuatro temporadas atrás nos conquista con sus imágenes que parecen cuadros antiguos, o la joven ensimismada de Bottega Veneta con su hermoso vestido.

Quizá un estudiante de diseño las encuentre y en un acto de justicia las use como inspiración para un nuevo board.

Y todo regresa:

Las niñas que observan desde una fotografía antigua
con sus accesorios en lazos y flores en este invierno 2010 y 2011
o la joven algo grunge y bohemia
envuelta en el sol de invierno
con sus botines
en marrón o en negro
y las medias debajo de la rodilla
y los sombreros
¿la dejarán ser feliz?

La influencia masculina
en los sacos y abrigos
Los cuadros escoceses en los pantalones
Y los vestidos que queremos rescatar aunque la humedad de este invierno
nos quiera congelar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario