Antes de iniciar el desfile el diseñador, Noe
Bernacelli, nos adelantó en un video lo
que sería la esencia de su colección: el rescate del mundo bucólico con una
musa de protagonista, pero una musa más parecida a un cisne.
Para viajar por ese mundo se inclinaron por el trabajo artesanal, bordar con paciencia infinita todos los detalles en pedrería
y, colocar las plumas en tonos nude,
hasta encontrar el equilibrio en toda la línea. Es verdad, ahora ya no queda
mucho tiempo para dedicarse a una sola prenda y a veces eso se extraña.
El diseñador apuesta por ello, y por eso
encontramos una coherencia en la historia que presenta la colección, donde las modelos
parecían por momentos bailarinas de “El cisne negro” sobre todo por el peinado
impecable, y el maquillaje que resaltaban sus ojos difuminados en negro con
toques púrpura.
En la colección dominaban los vestidos largos
con pliegues y las caídas perfectas, la inclinación por los encajes y las gasas
en las delicadas estructuras con plumas y pedrería. La gama de colores elegidos,
en esta ocasión, van desde los blancos, rojos y nude. La novia al final cerraría el cuento otoñal con uno de
los diseños más alabados de la noche.
Fotografías. Claudia Lobe. M
Detalles en el backstage. . .
Delicado trabajo con plumas y pedrería.
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