Todos lo saben
Agatha Ruiz de la Prada no le tiene miedo al color. Por eso, la noche del
miércoles la pasarela se encendió con su clásico corazón, con el juego de
figuras geométricas y sus flores en cardigans,
chompas de cuello alto en rosa bebé, leggins
brillantes y encantadores zapatos de “muñeca” en tonos metálicos. Las
combinaciones, y los suaves tejidos de sus chompas en amarillo, naranja y violeta
nos hablaban de una chica llena de esperanzas y pasión, y si la economía mundial
se venía abajo, solamente tenías este instante para ser feliz en la pasarela en un juego nocturno que todos estuvimos dispuestos a participar.
En la colección
se pudo observar sus jeans deslavados
con aplicaciones plateadas, los vestidos en fucsia, rojos y naranjas para la
noche, con vinchas amarillas y azules en perfectos cabellos lacios. Y es que
ese aire de querer perpetuar la inocencia se convirtió en la clave para
comprender el lenguaje que ha creado la diseñadora española, donde el color y
la diversión son parte de la burbuja de un mundo feliz.
Fotografía. Claudia Lobe
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